Pensamientos libres

"Creo que los animales ven en el hombre un ser igual a ellos que ha perdido de forma extraordinariamente peligrosa el sano intelecto animal, es decir, que ven en él al animal irracional, al animal que ríe, al animal que llora, al animal infeliz."

Friedrich Wilhelm Nietzsche

viernes, marzo 02, 2007

Paradojas del tiempo - La unión [2ª Parte]

Nos miramos fijamente a los ojos, volvían las lágrimas a sus hermosos ojos verdes, pero esta vez no eran de tristeza, sino de felicidad.
Por fin tenía, entre mis brazos, a la persona más preciada por mí.

Tras estar media hora abrazados, tomamos la decisión de volver hacía casa. La acompañe hasta la puerta de su casa.

- Buenos, ¿nos vemos mañana? Vale, ¿quieres que vayamos algún sitio?Ok, decido yo. ¿Paso a las dos y media a recogerte?De acuerdo, hasta mañana.Hasta luego.

Fue la primera despidida, en la que me sentía alegre, nunca antes pensé que conseguiría decirle, “Hasta luego”, siempre le respondía con un “Adiós”, porque nuca sabía cuando volvería a verla de nuevo, en cambio esta vez si que la volvería a ver.

Llego a casa a eso de las cuatro menos cuarto. Abrí la puerta medio dormido y con cansancio, subí las escalares que llegaban a mi pequeño piso, bueno en realidad es la última planta de mi casa, se puede decir que hago vida allí arriba, solo me faltaba una cocina y un timbre propio y seria un piso. Aún así yo me sentía muy cómodo ente esas paredes.

Por fin llego a mi cuarto, se me había echo eterno, parecía que estuviese subiendo al ático de un rascacielos. Tal era lo agotado que estaba, que no me dio tiempo a ponerme el pijama, así me dormí.

………

Unos pequeños rayos de sol, entraban por mi ventana, como si alguien estuviese levantando la persiana, pensé que era mi madre para preguntarme que pasó anoche, que salí corriendo, pero tal fue mi impresión de ver, que quien estaba frente mi era ella.

Me sorprendí al verla, no acaba de creérmelo.

- ¿No habíamos quedado a las dos y media en tu puerta? Sí, pero no podía esperar, así que decidí pasar a darte una sorpresa.Si que me has dado una sorpresa. Cogerás un resfriado cómo duermas así muchas veces más.

No recordaba, que al final no me puse el pijama, cogí la sábana y me tape.

- ¿Dónde vamos a ir?Había pensado en ir a comer a un argentino de Barcelona, que me dijeron que estaba muy bien, ¿Qué te parece? Es buena idea, pero… antes tendríamos que pasarnos por…

De vuelta al tema, en el que hizo que esta madrugara nos uniera.

- Quería preguntarte, ¿si sabes que tal esta su madre?No esta bien, esta mañana hable con ella y me dijo la hora del entierro.Si quieres nos pasamos.Si tengo que acompañarla ahora esta sola, necesita de mi ayuda.Pues después de comer iremos a su casa a verla, y yo estaré contigo todo el tiempo. - ¡Gracias!

Me abrazo, y yo le correspondí. Le dije que bajara a tomarse un café o lo que ella quisiese, que yo mientras me arreglaría.

Tras tomar una ducha relajante, para liberar las tensiones y asimilar todo lo ocurrido, me afeite. Aunque esta vez no como de costumbre, había recordado que ella una vez me dijo que me dejase algo de barba, que me hacía más atractivo, así que decidí dejarme la perilla.

Me vestí con unos tejanos desgastados, que a mi me encantaban como me quedaban, y una camisa a rallas, que quedaba bastante bien con los pantalones.

Baje abajo, la vi a ella y a mi madre hablando, a saber sobre que murmuraban. Fue verme y callarse.

- Que guapo que vas, hacía tiempo que no te veía tan bien vestido. Mama, no digas esas cosas que me pongo rojo.Si dice la verdad, yo también hacía tiempo que no te veía así de guapo.Es verdad, me había acostumbrado a ir un tanto trapero, pero yo estaba cómodo. Bueno ¿nos vamos? Vale. - Mama me llevo el coche, no os hace falta ¿verdad?No, no tranquilo, hoy no iremos a ningún sitio. Vale, pues hasta la vuelta. Hasta otra.Pásate más a menudo por aquí.Lo haré. Adeu.Deu mama.Adiós.
Nos montamos en el coche y nos dirigimos hacía Barcelona.

En el coche estuvimos hablando de que tenía que llevarme de compras, eso a mi no me hace gracia, tanto rato de pie mirando ropa y más ropa, me parecía muy cansado, y con lo torpe que soy, seria capaz de perderme hasta en un centro comercial.

Llegamos al restaurante. Pedimos mesa y nos ofrecen una junto a la ventana. Nos sentamos y nos quedamos mirándonos.

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