Tristeza...

Ese estado mental, en el que nadie quiere estar, pero quieras o no estarás.

No es más que un sentimiento aferrado a tu corazón, que permanecerá hasta que uno mismo quiera. La gente no quiere reconocer, dicho estado, nunca reconocerá el daño mental que ha sufrido para llegar a la tristeza.

Uno cuando se entristece, tiene ganas de llorar, pero no siepre pude, ya que tiene ese “algo” que no le deja, soltar unas pocas lágrimas de sus ojos. Una vez se consigue el llanto, casi siempre conaigues una pequeña paz interior.

Pero ¿Por qué nos cuesta llorar cuándo más lo necesitamos?

La respuesta creo que es porque pensamos que las lágrimas son la sangre del alma.

A veces pensamos que es necesario llorar por aquello que no has podido remediar, pero creo que el llorar, no siempre, puede hacer que tu corazón sufra.

No obstante el llanto es una mera forma de expresarse sin tener que usar las palabras que podrían hacernos aún más dolor de que ya poseemos en nosotros mismos.

Si creyese en Dios, diría que las lágrimas fueron puestas por él para deshacernos de las penas, pero como no creo en él digo que estan para que tengamos nuestros momentos de soledad.

Es aquí donde termino mi tristeza, una vez conseguido el alivio del llanto, diciendo que el llorar nos alivia, pero el poder estar alegre, solo lo conseguiremos una vez derribemos las murallas que rodean nuestro corazón.

“Los muros que construimos alrededor de nuestro corazón nos protegen contra la tristeza, pero también impiden que llegue la felicidad.”

Una reflexión corta en la que me hubiese gustado poder alargarla más pero mi musa se fue, en el momento menos adecuado.

Dedicado a mi tete! Y Por supuesto para mi tata, animate corazón!